En los últimos años, no es difícil asociar tecnología a capricho. Alguien te dice «me he gastado 1.200 euros en renovar smartphone» y piensas «vale, pero no le vas a sacar partido». Los TV de gran pulgada ya proliferan en casi cualquier hogar, hay sistemas de sonido de precios astronómicos… Pero ninguno de ellos redunda en una mejora real en la vida de la gente.
En cambio, las smart homes abanderan una filosofía radicalmente distinta: sus configuraciones están diseñadas para hacer mejor, más sencilla y más cómoda nuestra vida. ¿Para qué necesito alarma antirrobos si siempre estoy en casa? ¿Para qué quiero luces inteligentes si me valen las lámparas de toda la vida? ¿Quién pone una cámara de seguridad en su propio hogar?
Todo depende del contexto. Las personas mayores son más vulnerables a hurtos, los niños tardan en aprender a encender y apagar las luces y los padres estamos más seguros viendo que nuestro bebé se encuentra perfectamente. Parecen cuestiones sin valor, hasta que llega ese momento donde necesitas una respuesta.
La evolución del hogar tradicional
De forma recurrente se plantea como un problema el envejecimiento de la sociedad. Y, lo que es peor, la soledad: toda una generación aislada que no puede valerse por sí misma. Una casa automatizada mediante herramientas domóticas puede ser crucial para que personas mayores, con movilidad reducida y/o discapacidad, puedan continuar viviendo en sus hogares.
La automatización de persianas, iluminación, electrodomésticos, el control antirrobos, la gestión de cerraduras… son herramientas capitales cuando las tareas de rutina se transforman en un escollo a superar.
Si has sido padre habrás vivido ese momento donde tu pequeño te pide dejar alguna luz encendida. Un mal sueño, alguna pesadilla boba, suficiente para que nuestro hijo pase un par de noches intranquilo.
Con una bombilla inteligente podemos modular las tonalidades de luz y “colorear” el cuarto de algún matiz más amigable. También podemos apagarla desde la app de nuestro móvil para que no pase encendida toda la noche. O implementar un detector de presencia, de forma que las luces se activen en cuanto el niño se levante a hacer pipí. Algo tan simple como una bombilla inteligente puede hacer que un par de noches terroríficas queden en nada.
Y ya no hablemos de personas con problemas de tricromatismo anormal o quienes posean una sensibilidad especial al sol —es decir, algún tipo de fotofobia—. La gestión de luces pasa a ser una tarea imprescindible en el día a día.
Y cualquier hogar puede convertirse en vivienda accesible o adaptada con las muchísimas opciones inteligentes existentes en la actualidad. En cuanto a iluminación, desde tiras de leds como los SPC Iris, para cambiar de tonalidad RGB según nuestro estado de ánimo, hasta las potentes bombillas SPC Sirius 1050 o Vega 1050, las cuales, además de iluminar, son compatibles con los sistemas operativos Android e iOS y los asistentes inteligentes Amazon Alexa y Google Assistant —sin olvidar la app SPC IoT, con la cual controlar todos tus dispositivos inteligentes—.
No hay una edad para lo “smart”
Si algo ha demostrado la penetración en el mercado del smartphone es que no hay una edad correcta para adquirir este o aquel gadget. Hemos hablado de infantes y personas mayores, pero no hace falta irse a los polos opuestos para hallar valor en una smart home.
Lo sabes cuando un compañero de Erasmus te cuenta que su habitación se incendió por dejar una PS4 conectada a un enchufe atestado de cables y, cuando volvió del fin de semana, no quedaba ni consola ni consuelo. Con un enchufe inteligente puedes limitarte a desconectar todo lo que tengas, incluyendo electrodomésticos, desde la app y una red WiFi.
Lo “smart” ha solventado muchas trabas diarias. Que le pregunten al guarda de seguridad que llega de vacaciones y necesita el uniforme para el día siguiente y con una lavadora inteligente programa y revisa su colada en poco más de media hora. Y, en cuanto a limpieza en la vivienda, un robot aspirador es un salvavidas para quien no para por casa y no tiene tiempo para atender el suelo de la cocina. Modelos como el SPC BAAMBA GYRO 4.0 no requieren de instalaciones previas. El propio sensor del robot detecta escaleras y bloqueos, cuenta con temporizador para programar la limpieza y puede ocuparse de un espacio de hasta 120 m2.
Y ya que citamos el retorno vacacional, cuántos disgustos nos habría ahorrado una cámara instalada a tiempo. Cuántos bretes peleando con el seguro de hogar y llamadas esperando soluciones. A través de una cámara de seguridad SPC Lares, podemos controlar el cuarto del bebé, y saber qué tal se encuentra, si necesita una nueva toma, cambiarlo, etc.
Si queremos vigilar exteriores y conectar una imagen en tiempo real mediante Wifi 2.4GHz, el modelo Magnes es una cámara con grabación 960p que guarda hasta 64 GB de vídeo mediante tarjeta micro SD. Ideal si tenemos un piso en alquiler o una casa en el pueblo, para conectarla en el jardín. Si, por contra, lo que que buscamos es seguridad dentro del hogar, Kinese es un avanzado dispositivo de movimiento vinculado mediante WiFi.
Y no solo ganamos bienestar asegurando el entorno, sino llevando una vida saludable tal como dictaba el poeta con su «mens sana in corpore sano«. En este sentido, el fabricante SPC ha desarrollado gadgets como Atenea, una báscula de análisis corporal que podemos vincular a la app SPC IoT y generar estadísticas en tiempo real y vigilar nuestro peso, grasa corporal, masa muscular y ósea, metabolismo basal, etcétera.
Si el concepto “smart home” te produce algo de vértigo, existen las “soluciones integrales”, mediante packs o kits. Es la mejor forma de convertir un hogar natural en smart y tomar contacto con las distintas posibilidades. Como este kit de iniciación a la seguridad con cámara interior, sensor de movimiento, controlador alarma inteligente Sonus, y tres bombillas.
O este otro ejemplo denominado “pack comfort”, con enchufe inteligente Clever Plug, aromatizador Nerta y el mando de infrarrojos Horus para controlar aire acondicionado que cuenta con conexión WiFi. Soluciones prácticas para problemas en apariencia sencillos. A lo largo de nuestra vida ya nos topamos con bastantes barreras urbanísticas. Al menos, podemos evitar que nuestro hogar no lo sea.
Imágenes | SPC