La domótica, el uso de automatismos y robots en nuestra vivienda para hacernos la vida más cómoda, lleva tiempo instalándose en nuestra casa. Cada vez son más familias las que invierten en aspiradores robotizados, luces inteligentes, cámaras de seguridad, e incluso electrodomésticos clásicos con enlace WiFi, con el objetivo de que se encarguen de las tareas del hogar.
Pero, ¿está la gente preparada para esta innovación? Una década antes del primer iPad, Bill Gates trató de lanzar su propia tablet llamada Tablet PC. Fue un fracaso anunciado porque los consumidores, simplemente, no estaban preparados. Así que, ¿qué está buscando el usuario actual? Después de todo, los frigoríficos conectados siguen congelados…
Queremos ahorrar dinero
Uno de los aspectos fundamentales de la automatización es el ahorro. Lo hemos visto en las fábricas industriales y ahora lo estamos trasladando a las casas con la domótica. Así, contar con un control remoto en la climatización puede ayudarnos a la hora de reducir la factura eléctrica.
Se estima que el 46% del gasto energético de una casa proviene de la climatización según IDAE, por lo que no es de extrañar que la gente esté pensando en instalar dispositivos como el SPC Horus.
Este enlaza el aire acondicionado y bomba de calor del hogar. A través de la app SPC IoT seremos capaces de tener un control absoluto del dispositivo, pero también de programar rutinas a través de programas como IFTTT que nos permitirán, por ejemplo, activar los aparatos al acercarnos a nuestro hogar, de forma que encontraremos la vivienda a una temperatura adecuada pero sin necesidad de desperdiciar energía.
El control desde el móvil ha sido clave en la domótica. Si no tiene una app parece que no existe, y los consumidores hemos demandado con voracidad cualquier herramienta digital que nos permita manejar la vivienda. Como su iluminación.
Domótica y LED (para estos llevábamos años preparándonos) caminan de la mano, y dispositivos como los enchufes inteligentes facilitan el ahorro. Estos enchufes son la evolución natural de aquellos enchufes programables que dejábamos en verano para simular presencia, pero ahora se manejan vía app. De nuevo, un invento que el gran público demandaba.
Resumiendo, si gastamos menos en climatización, usamos menos energía para la luz y somos capaces de apagar enchufes inactivos con consumo fantasma a kilómetros de distancia, entonces estamos ahorrando dinero, una demanda básica de cualquier tecnología.
Queremos poder confiar en las máquinas
No hace mucho tiempo nuestros abuelos encendían fuego en casa para mantenernos calientes, una forma bastante insegura y costosa de mantener el confort doméstico. Todavía queda alguna casa con chimenea, que usamos por puro ocio, y algunos lectores incluso habrán usado el brasero en casa. Este elemento ha sido el causante de no pocos incendios. Pero la fiabilidad es un sello de la domótica y de los electrodomésticos.
Al igual que hoy día esperamos encontrar los vasos limpios al sacarlos del lavavajillas, los robots aspiradores que limpian el suelo (algunos como la Baamba también friegan) lo hacen de forma fiable. Sin sorpresas, porque el confort y los elementos inesperados no son amigos. Buscamos electrodomésticos y sistemas predecibles que funcionen como les hemos dicho que lo hagan.
Y eso significa que si tenemos una tarea programada vía app para que el robot friegue antes de que lleguen los niños a casa, al llegar esperamos encontrar el suelo limpio. Al igual que ya no retiramos el hollín del tiro de chimenea ni lavamos la ropa a mano, muchos de nosotros tampoco sentimos la necesidad de coger una escoba.
Una preocupación menos, un poco más de confort. En casa automatizamos dicho confort a través de sistemas de climatización como aires acondicionados, calefactores o ventiladores, todo ello conectable y centralizable vía app.
No queremos muchas aplicaciones complicadas
Al igual que sabemos lo que queremos como consumidores, también sabemos lo que no queremos. Si estábamos preparados para las apps, aún lo estábamos más para centralizar todo en una. WeChat (la app universal china) es una clara muestra de ello al combinar chat, pagos y otras apps.
Volviendo a los electrodomésticos, queremos manejarlos de una forma razonable sin hacer uso de tropecientas aplicaciones diferentes. Aquello solo tenía sentido cuando, en sus inicios, la domótica carecía de estándares y cada fabricante lanzaba su herramienta para sus productos. Y quizá por ello la domótica ha tardado tanto en entrar en las casas.
Ahora disponemos de alternativas como SPC IoT que buscan convertirse en nodos de control a través de un protocolo más abierto. De esta forma el usuario lo tiene todo en una única aplicación, y los objetos son compatibles entre sí a través de ella. Normal que triunfe.
Que se encargue la máquina, quiero tiempo para mí
Quizá es el factor más importante, por encima de cualquier otro, es evitar trabajar en la casa. O dicho de otro modo: si invertimos en un robot aspirador es porque no queremos barrer. Quizá porque nos es difícil, como es el caso de una persona con falta de movilidad, quizá porque simplemente no entra en nuestros planes diarios, como tampoco lo es ir a por leña. En su lugar, encendemos un electrodoméstico que se encarga por nosotros.
Pensemos durante un instante el tiempo ahorrado por los diferentes electrodomésticos. Nada de lavar a mano ropa o utensilios, nada de barrer, aspirar o fregar. Quizá dentro de poco los robots de cocina se encarguen de hacer la compra por nosotros (crucemos los dedos).
De momento estos pueden ayudarnos a pasar más tiempo con nuestra familia, y hacerlo con mayor tranquilidad. Quizá por eso la gente está dispuesta a invertir en esta tecnología que manejar desde una sola aplicación Así, podremos saber qué electrodomésticos siguen activos, si nos hemos dejado alguna luz encendida e incluso si alguien ha entrado en casa.
Aumentar la seguridad (a bajo coste)
No nos olvidamos de la seguridad, un factor básico que se encuentra siempre presente en todos los dispositivos y conexiones, pero que es más palpable en soluciones como las centralitas de alarmas o las cámaras WiFi como la de arriba (SPC Teia). Tampoco nos olvidamos del dinero.
La sensorización y monitorización del hogar siempre ha sido un punto importante en la domótica, pero no ha sido hasta hace poco que se ha demandado tanto. ¿Por qué?
Quizá porque dispositivos como las centralitas de alarma están haciendo las veces de alarmas conectadas de toda la vida, con el ahorro que supone prescindir de una cuota fija mensual. Con ellas nos convertimos en los administradores del sistema, y sus dueños. Podremos asomarnos al móvil para saber cómo está la casa incluso a cientos de kilómetros de distancia en nuestras vacaciones. Esto hasta hace pocos años era inviable a nivel tecnológico y, ahora que es posible, lo abrazamos con fuerza.
Ahorro, confort, seguridad, simplicidad o más tiempo en familia son algunos de los motivos por los que la domótica se extiende y supera las barreras iniciales que se impone en un principio a cualquier tecnología. Eso sí, cada uno de nosotros decidirá cuales son los más importantes y en cuál invertir primero.
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